jueves, 29 de diciembre de 2022

El sueño de las piernas

La tos, la fiebre y el dolor del cuerpo no me dejaban dormir. A la madrugada, el cansancio desbordó el malestar en cuyo abismo se había represado durante no sé cuántas horas, y me llevó de nuevo ante aquellas piernas interminables. Volví a ver cómo se extendían más allá de los pantalones que terminaban antes de la mitad de los muslos, más allá del banco de piedra y más allá de la mesa de granito bajo la cual descubrí su grandiosa longitud desde la entrada a la terraza del restaurante donde yo había cenado la noche anterior.

En la duermevela febril, las piernas se siguieron alargando a tal punto que ya no eran meras extremidades de carne y hueso, sino las orillas de un río que bien podía ser el Amazonas o el Congo. La piel tomó el color de un barro dorado y la lancha de mi delirio navegaba hacia un pubis hirsuto de vegetación. Copas de árboles gigantes y anchísimos arbustos rodeaban la costa que yo quería besar en cuanto me acercara a ella y volverla a besar cientos de veces, con una sed inextinguible de tierra. 

Pero la lancha siempre estuvo lejos de su destino. Desperté del todo, más afiebrado y adolorido, sin la visión del claro ni de la selva, todavía encandilado por el brillo de las piernas-orillas entre las que navegué eternamente durante un breve sueño. 

domingo, 20 de noviembre de 2022

Universolo

Esta soledad poblada 
por el graznar de los cuervos; 

esta soledad obnubilada 
por los soles que se alejan
como un extraño cuya espalda
veo perderse cuesta abajo;

esta soledad esperanzada
cuando miro los neones
de algún bar, hotel o restaurante
donde quizás estaré una noche, 
pero seguramente entraré nunca;

esta soledad de voces vagabundas 
que duermen junto a las puertas cerradas
para buscar en el sueño la moneda 
del deseo negado o del placer perdido;

esta soledad ardiente y todopoderosa
mientras duermo o me abrasa la lujuria,
esta soledad tan fría y pobre en la vigilia;

esta soledad que me diluye
en mi propio pensamiento
como el arbol deshecho
en asustados gorriones;

esta soledad a la que no le basta mi vida
soy yo y los dos somos el mundo mismo.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Cordura

No prestes atención 
a mis palabras ni mis gestos. 
En el silencio donde escondo 
la duda y la desesperación, 
vive cautiva la verdad 
que soy y no puedo ser. 

martes, 16 de agosto de 2022

Nocturno sin fin

Siempre vuelve por la noche
aquella noche de siempre,
una noche de hace años
y, sin embargo, presente,
una noche unida a la noche
en un solo collar de luces.

Nada tenía bordes, nada:
eran tonos de la sombra  
los follajes verdeoscuros,
los edificios grises,
las amarillas ventanas,
la blanca quietud de las lámparas
sobre el rojo centelleo de los carros.

Subimos por el puente,
vimos a lo cerca y a lo lejos
la ciudad desgranada en bombillas,  
y al bajar nos sumergimos
en la ciudad hecha noche,
en la noche-espejo de la noche,
en su mar de aguapenumbra sin olas.

Y aquella noche sigue quieta
como instante que la memoria
alarga y corrige, revive y enmienda.
No somos los mismos, pero somos
dos puntos prendidos a la misma tiniebla,
dos destellos sobre la misma noche inmóvil.

lunes, 8 de agosto de 2022

El secreto

No busques la palabra mágica ni el silencio repentino que llenará tus horas de dicha o de calma. Tú tampoco sabes cuál es el motivo de tu alegría más íntima ni cuán profundo es tu dolor. Oyes un silbo largo y triste, levantas la mirada, ves cómo huye de la noche la última bandada de la tarde y sonríes en ese momento, sin entender por qué. También te sorprendes añorando las desdichas de otro tiempo. Eres un enigma. Ignoras lo que tanto anhela tu corazón o temes que la vida lo conceda. No hallarás la respuesta en la prosperidad ni en el infortunio, muchos menos en la santidad ni en el desenfreno. Por cada deseo cumplido y por todo temor enfrentado se abre una puerta a un nuevo misterio.

sábado, 6 de agosto de 2022

Bagatela presidencial

(2018-2022)

Dio plomo a los que pedían pan.
Quiso apagar con fuego la ira del pueblo.
Fue presidente solo porque se imaginó que ese cargo impresionaría a quienes leyeran su currículo en el futuro. 
Su hoja de vida, impresa sobre la piel de miles de cadáveres, quedará archivada en los sótanos de la Historia. 
Ni la idiotez ni la pandemia pueden excusar la maldad con la que castigó la miseria y la desesperación de su país mientras se dedicaba a planear giras de conferencias en universidades de los Estados Unidos e Inglaterra. 
Ya está en ese limbo donde moran los que son demasiado funestos para el olvido y, por fortuna, excesivamente pequeños para sobresalir entre los verdugos de la humanidad. 

miércoles, 3 de agosto de 2022

Hermosa hobo

it's not his home
                    but it's his place
the blue sleeping bag
                under the warehouse threshold
the shopping cart
                      packed with blankets and plastic jugs
the long narrow skull-like head
                                  carrying a multitude of voices
some heard out there
                      some unheard beyond his broken self
 
the thinning oily blonde hair gathered in a ponytail
looks dyed a long time ago or darkened by the sun
that puts its finger on him as if The Almighty  
were just another homeowner who doesn't like him
nowhere around this kingdom of gated blessings
and he were a gluttonous fly or a monstrous ant
resting upon a granite countertop 
                                                        a marble tile
 
sometimes he scolds a team of lawyers
for losing his case against the world itself 
sometimes he is giving yoga classes
to a group too spiritual to be real
sometimes he yells at the breeze
because even she is more cold than cool
when she passes by the shadow where he dwells
 
he walks into public offices 
                     and unleashes 
a few of his loudest voices 
                                 among the office people
who listen his opinions on bus fares and routes 
       with trembling patience and imminent anger 
 
everyone at their desks cannot wait
for him to stop thanking whomever
talked to him for the longest five minutes
                        cannot wait 
for his fedora straw hat to be lost from sight 
                                                    cannot wait 
for its short brim to go back to cutting 
the ever-rambling wind in the streets 
 
when he is gone everybody is relieved
because he is no longer there to remind them
as he reminds me with his mere presence
when I see him lying under that threshold
that all of us are
                            just a few thoughts away
                                                from madness

lunes, 25 de julio de 2022

Jardín de agua

 

Foto: Felipe Guevara
https://www.flickr.com/photos/felilili/52228731497/in/album-72177720300696118/

1

El mundo se admira
a sí mismo en el espejo,
enamorado no... perplejo:
es su misterio lo que mira.

2

Entre las ondas florece
otro cielo, otras nubes.
Ves el estanque y subes
donde tu sombra se mece.

3

Somos del nenúfar hermanos.
¿Qué será de nuestras flores?
Oye del viento los rumores
y brilla en sus oscuras manos.

4

¡El azul en el verde confundido   
y el blanco de reflejos encendido!
Sobre el lago de verano enardecido,
la luz del día un paraíso ha urdido. 

sábado, 9 de julio de 2022

Selfi

Ahora podemos contarle al mundo
las mentiras que solo decíamos 
cuando estábamos a solas 
con el otro del espejo.

Antítesis: 

No te acuses ni acuses a nadie de falso.
Cada una de nuestras mentiras 
componen la verdad inaceptable 
que fuimos, somos y seguiremos siendo.

martes, 28 de junio de 2022

Remordimiento

Como un insecto que crece monstruosamente detrás de la estufa o debajo de un mueble, lo que tanto esperaste y nunca tuviste se alarga entre tu pasado y tu futuro. Puedes tratar de engañarte repitiéndole una y otra vez a tu mente que el olvido te ha traído la paz y que la resignación llamará a tu puerta en cualquier momento. Pero el torrente de tu sangre dirá siempre la verdad: cada placer que te negaron, o al que renunciaste por cobardía o pudor, está labrando su nido y cavando tu tumba en tus entrañas. Pronto verás en el espejo al bicho gigante y a la carroña que lo alimenta.

domingo, 26 de junio de 2022

Marginal

Vivo a las afueras de la vida, moviéndome entre los demás con grisácea lentitud, como si mi alma descuerpada fuera uno de esos nubarrones de junio, y como si mi destino también fuera nada más que oscurecer y enfriar sin lluvia los últimos días de la primavera y los primeros del verano en una tierra castigada por una sequía interminable. A diferencia de los otros, no me llenan la ira ni la soberbia. Siento rabia de ser lo que soy y debo resignarme a llevar la soledad con orgullo, pero ambos sentimientos son pasajeros. Tampoco me definen el temor, la desesperanza ni el aburrimiento, aunque sospecho muy frecuentemente que me persiguen los errores, que el fin del mundo puede ocurrir durante cada puesta de sol y que no hay isla donde el mar, un riachuelo o una fruta le den otro sabor a la amargura empozada en la boca de mi espíritu. Todo entra y todo sale por mis bordes. Silueta, sombra, vaguísima mancha parecida a una virgen o al demonio, vapor en la ventana, huella en el espejo: ¿Qué o quién soy? No lo sé. Tal vez yo sea nada más que la fortuna de no ser otro y la desdicha de ser el mismo.

viernes, 17 de junio de 2022

Metamorfosis

Nos convertimos en aquello que nos falta.
Nos convertimos en el amor que no tenemos.
Nos convertimos en eso que tanto odiamos
porque nunca será nuestro y, sin embargo,
nos falta como si nos faltara la vida.
Nos convertimos en todo lo que maldecimos
porque somos profundamente parecidos a ello.
Nos convertimos en lo que somos sin quererlo ser.

Eres la madre despótica o indiferente.
Eres el padre cobarde y santurrón o borracho y pendenciero.
Eres el amante que tus brazos jamás retuvieron
porque debía esconderse del hastío y la muerte
entre los cuerpos de la orgía.
Eres la esposa bendecida por Dios
con un corazón sin sangre y un alma anémica.
Eres el marido cuyos ojos de águila
acechan al prójimo y destripan al vecino.  
Eres la amiga distante aunque la tengas enfrente
y el amigo canalla que te divierte y repugna al mismo tiempo.

Sigue pregonando cuánto te amas.
Todos sabemos que mientes, que te odias,
que quisieras romper cada espejo gritando y escupiendo a tu reflejo,
y luego desollarte con un cristal roto y renacer de tu carne despreciada
y ser el otro, el desconocido, el bello, el feliz, el amado y harto de amor.
También sabemos que te tienes miedo.
Pero no te preocupes.
Llevamos años viviendo bajo la piel del enemigo
y hasta ahora no nos ha pasado nada.

domingo, 5 de junio de 2022

Adivinanzas

Vuelvo la mirada
a un ruido de hojas:
¿Fue un pájaro o una ardilla? 
¿Es el viento saltando
de una rama a la otra 
o son los árboles 
ardiendo de luz? 


¿Es la flor 
mariposa en tierra 
o es la mariposa 
flor que vuela? 

jueves, 2 de junio de 2022

Fronteras

En vano agitamos banderas;
en vano nos definimos como habitantes de una ciudad o de un país cuando hablamos de nosotros mismos a quienes no nos conocen;
en vano nos llamamos gente de las montañas, hijos de los valles o vecinos del mar.
Siempre viviremos en el límite de todas las cosas.
Somos y no somos: forasteros en casa, extraños entre amigos, humanas bestias, descendientes, hermanos y futuros ancestros de lo inerte.
Estamos vivos, vivísimos, respirando sin ruido alguno y con la sangre moviéndose tranquila por las vías despejadas de nuestro interior,
pero basta un tropiezo en las escaleras o en una acera junto a la cual pasan los carros de prisa
para que empiece una agonía de años con un preludio de huesos rotos
o para que nuestra historia concluya con un estruendo de metales doblados, vidrios quebrados y órganos aplastados.
De nada sirve cerrarle la puerta al azar:
incluso quedándonos encerrados en casa,
la travesura o la rebeldía de una célula
puede abrir a nuestros pies un abismo
en cuya garganta padeceremos los peores dolores.
 
Y así como vivimos sin saberlo a un par de pasos de la muerte,
también nos amamos a nosotros mismos y a los demás en la misma medida en que nos odiamos y los odiamos a ellos.
 
Nos agarramos de nuestra fe o de nuestras opiniones para no caer al vacío,
y aplaudimos de pie los monólogos de la conciencia,
pero al minuto siguiente quisiéramos traspasar el espejo
y desfigurar a puñetazos y cachetadas al imbécil que nos regaña e insulta al otro lado del cristal,
y oímos en la mente una voz que se complace en recordarnos todos nuestros errores,
desde el más insignificante hasta el más lamentable.
A veces estamos a punto de estrangularnos con las manos
o de tumbar las paredes a cabezazos. De semejante atrocidad
no nos libra la razón, sino la vuelta del amor propio
y al rato volvemos ante el espejo a besar locamente las mejillas del amante reflejado.
 
De igual forma,
cuánto rogamos a Dios o a la suerte que aquellos a quienes decimos amar
se conviertan en seres diferentes a los que son en realidad,
cuánto deseamos que por obra de un milagro se parezcan mucho más a nosotros mismos
o que vuelvan a nacer con las virtudes que tanto nos faltan, 
y los odiamos furtivamente por alejarse de nuestra quimera.

He amado esperando que alguien diera la espalda a su realidad
y entrara al laberinto de mis sueños para tornarse en adorado espectro en medio de la niebla.
He sido amado con la esperanza de ser otro: el que se fue, el que no ha llegado, 
el que no puede ser ni llegará jamás, 
porque no existe ni existirá nunca. 

martes, 31 de mayo de 2022

X

A veces,
cuando me faltan unos pasos para volver a mi cuarto al final de la jornada,
me asalta la fe en la aparición
de un cuerpo desnudo o su silueta
al otro lado de las ventanas que apenas ojeo tímidamente.
Imagino el rostro y la pieza iluminadas
por la cascada nocturna o la llama ensortijada de una cabellera,
el perfil, los hombros y los senos imponiendo su contorno de montañas
sobre las otras cosas apenas visibles en la penumbra a medias,
el atardecer vivo aún en una mirada que me saluda sin preguntarme quién soy,
y la sonrisa al principio menguante, pero llena de repente ante mis ojos encantados.
Cuando más creo que ese destello de piel salvará el día de la amargura y el olvido,
veo apagarse una luz, caer una cortina, bajar una persiana,
y sigo caminando entre puertas cerradas.

Las luces de Los Ángeles

1

South Bay

Tantas luces, tanto brillo:
las líneas azules y aguamarina del letrero fluorescente a la entrada del Bluewater Grill;
el círculo azul y las letras blancas que resplandecen con cierta languidez desde la fachada del Bay Club;
los rectángulos de un azul más oscuro y un blanco menos rutilante que indican nombres de calles en clave marítima: Harbor drive, Portofino, King Harbor Way;
el amarillo cansado de los tableros donde los buses anuncian sus paradas y de una lámpara todavía prendida en el tercer piso de una mansión,
el amarillo blanquecino de las bombillas de los postes y de los faroles de los carros,
el amarillo casi sombra tras una persiana medio cerrada y más allá de una puerta entreabierta,
el verde de las señales en otra ciudad atravesada hace poco, ese verde ya tan sombrío en la memoria como las palmeras y la hierba de las esquinas, los antejardines y los callejones menos iluminados.
Tantas luces, tanto brillo, pero yo veo poco o nada.
Solo escucho a la tiniebla que me habla con mis pensamientos.

2

Downtown

Al caer la noche, allá en el horizonte
se levanta un mar de bombillas y ventanas,
distante como firmamento, y al mismo tiempo
cercano como el reflejo de otra ciudad
asomada a las aguas de su muelle en penumbra.
Miras la ola de cuadros y colores
allá donde la noche lo resume todo,
y oyes en el rumor de las luces
un secreto que te devuelve la esperanza:
este lugar también estuvo lejos de ti,
y aún más lejos estuvieron la luminaria
de Los Ángeles, y su oscura alegría.

domingo, 29 de mayo de 2022

Voracidad del cuerpo

Cuerpo voraz que siempre buscas
el placer en otro cuerpo soñado
o añorado, que vives hambriento
y tiritando entre la gran muralla
del pasado y la puerta del mañana,
que vuelves y vuelves y vuelves
a mendigar perdón, pasión y ternura
en esos mismos lugares del tiempo
de los cuales huiste desencantado,
hastiado, desesperado por aquello
que tanto rogaste y al fin recibiste.
Solo hallas la dicha en la ilusión y el recuerdo, 
solo te abrigan ese calor aún no sentido
y una lumbre apagada por tus alas de ángel
rabiosamente enfrentado a su propia ventura.
Tal parece que está en tu naturaleza
vengarte de quienes te concedieron lo anhelado
y revolcarte como gusano de tu futuro cadáver
ante los pies que nunca ofrecerán su desnudez
a tus labios de esclavo, amante y traidor.
Morirás tratando de alcanzar un fruto
que solo tú puedes ver en las alturas,
o escarbando la tierra donde lo echaste
después de haber escupido su dulce carne.
Eres la gloria y el infierno de ser humano.

lunes, 7 de marzo de 2022

Vuelta al presente

Siempre he recorrido el muelle de Hermosa Beach como un extranjero entre extraños, sintiéndome incluso como un extraño para mí mismo. Pero hoy a las diez de la noche, hace unos minutos nada más, sentí que el muelle era una extensión de mi conciencia, y que su soledad era la mía. Adentro de un bar el rock retumbaba para nadie. Una mujer fumaba un cigarrillo electrónico a la salida de un restaurante mientras los últimos comensales lo abandonaban. Un hombre caminaba tomado de la mano de su novia y en la otra llevaba una botella de vino. Más allá, en otro restaurante, un grupo conversaba entre sombras apenas iluminadas por una bombilla de color verde. Los pocos que andábamos por ahí, tan distantes los unos de los otros como una estrella de otra estrella, no interrumpíamos la soledad del muelle, sino que la hacíamos más ancha y entrañable con nuestras propias soledades. 

Más allá, el puerto se adentraba más solitario aún en el mar y la noche, y quienes lo visitábamos —unas seis o siete personas— nos convertíamos en siluetas ambulantes. La única luz venía de algunas farolas, de la luna creciente, de su reflejo sobre el océano en penumbra, y de la luminaria de la ciudad reflejada por la marea nocturna. Esa oscuridad y ese esplendor también eran los de mi pensamiento. Mientras crucé el muelle desde el puerto hasta la avenida Hermosa, el viento diluyó mi cuerpo y tuve la sensación de estar vagando en un mundo interior, la sospecha de que el concreto estaba hecho de mis ideas, la impresión de estar soñando y de estar inventando el sueño a medida que observaba todo a mi alrededor. 

He paseado los viernes al final de la jornada y los fines de semana por el muelle de Hermosa Beach, perdido en muchedumbres, recuerdos, temores y esperanzas. En este muelle de las últimas horas del lunes me encontré con la vida y entendí que solo un gran placer o una profunda soledad nos hacen volver al presente. 

viernes, 4 de marzo de 2022

Arrabales del alma

Vete lo más lejos que puedas e intenta que los años te separen de tu origen. 
Vive recorriendo ciudades espléndidas  y pueblos fastuosamente gobernados por un aburrimiento de siglos. 
Trata de pensar, sentir y hablar como tus vecinos en una tierra extraña, hasta que oigas a tu conciencia como ellos te oyen a ti. 
Detente al pie de un asta enorme y miéntele a tu corazón, diciéndole qué tibia te parece la sombra de alguna bandera. 
Enciérrate en la habitación más recóndita de una mansión frente al mar y sal únicamente al balcón para ordenar a las olas que te defiendan de tu pasado. 
Tu tierra siempre sabrá dónde encontrarte. 
Una calle de la infancia, un barrio de la juventud, te visitarán con sus perros cubiertos de moscas, sus peluquerías eternamente solitarias, sus zapaterías atestadas por montañas de zapatos, sus tabernas oscuras desde el mediodía, sus charcos en los que la esperanza tropieza y de los cuales se levanta con las heridas embarradas de aceite, sus plazas de mercado hediondas a sangre estancada y a la muerte hecha fruto, sus buses ocultos tras el humo que sale de ellos como de un tren mucho más antiguo. 
Viajas porque el lugar de donde vienes quiere lanzar su semilla en otra parte. 
Eres la hoja de una rama que tu ciudad ha tendido a otras selvas, a otros parques, o que ha lanzado al viento para perderse contigo ahí donde tú también andas perdido, aunque te creas convencido de haber encontrado tu destino.
No importa cuánto desees o aparentes haber nacido en otra parte. No te marcaron los sitios de los que vives huyendo: tú mismo eres una marca, una grieta creciente en un andén, una avenida cada vez más destrozada, musgo sobre casi todos los ladrillos de un callejón temible, un piropo o un insulto acuchillado o pintado a la entrada de una casa tan lúgubre como una gran jaula construida  solo para mirar el cielo a través de barrotes. 
Te amas y te odias de la misma forma en que amas y odias los arrabales del alma, 
los rincones humildes y queridos donde entendiste más allá de la razón y la palabra 
que la verdad de tu vida y tu felicidad más profunda estuvieron, están y estarán ahí. 
Sigues jugando a conocerte en aquella cuadra ofrecida inútilmente al olvido, sigues pisando aquel patio en el que nunca volverás a poner el pie porque te fuiste lejos, 
sigues esperando el futuro en una esquina de tus quince años, 
sigues viendo pasar el mundo tras las ventanas polvorientas, 
pero no eres tú quien se mueve, sino el tiempo. 
Puedes bajarte en cualquier paradero y mirar cómo se alejan los años. 
Sabes muy bien dónde tomaste la ruta y sabes que allí volverás siempre, 
pues nunca te has ido.

viernes, 25 de febrero de 2022

Ciudad de mi sangre

A Santiago de Cali
 
Vivo dando vueltas alrededor de tus glorietas,
vivo buscando la juventud de mi padre difunto 
en unos barrios tuyos donde aun los fantasmas 
temen a esos vivos tan generosos con la muerte. 
Vivo al pie de tus torres y tus árboles más viejos,
esperando que me tornes en sombra, en hongo, 
en paloma color de humo, en levísima blancura
sobre tu azul violento. Vivo en las mismas casas
sin vivir en ellas, asomado a las mismas ventanas, 
viendo cómo tus nubarrones dominan el mundo 
y resumen mi vida. Vivo mirándote, mirándote 
porque siempre de tu cielo lloverá mi pasado, 
porque siempre regarás con él mis esperanzas, 
porque tus ríos tristes y tus caños entrañables 
embarran mi sangre y desbordan mi corazón 
de tal manera que me visitan tus garzas y tus buitres
cuando cierro los ojos. Vivo amándote como se ama 
a una madre anciana, tuerta y leprosa, porque hijo soy 
de tu desorden y tu angustia, de tus potreros convertidos 
en edificios idénticos a todos los demás, de tus andenes 
destruidos por formidables tentáculos de madera, 
de tus parques donde caminan solo los fantasmas
hasta que la desolación también los espante a ellos, 
de tu maleza gigante y tus montañas de escombros, 
de tu cal carcomida y tus jardines de arreboles. 
Cuando creo no saber quién soy ni para dónde voy, 
oigo a mi padre decir que tu norte le parece muy lejos
y las marquesinas de aquel teatro entonces nuevo 
me señalan el camino de vuelta a mí mismo, 
a tus calles donde basta una flecha de pájaros, 
el ruido de una bandera, una brisa repentina 
o el trino de unas campanillas en un balcón 
para sentirme dichoso de haber vivido en ti, 
de seguir esperando la esperanza misma 
en tus esquinas más horribles, de ser aquí, 
en estas calles y puertos y playas tan lejanos, 
polvo, papel, hojarasca, aserrín, plástico,
trozo de ti que has ofrecido al viento y al azar.

lunes, 21 de febrero de 2022

Siempre la esperanza

Creo que la esperanza es una condición vital del ser humano. Aun el más obstinado de los pesimistas, y aquel que se ufane de un escepticismo incorruptible, notarán que algunos recuerdos vuelven de la amargura, la resignación o el olvido con una dulzura no tan intensa como la de los entusiasmos del presente, pero sí fácilmente perceptible. Sin duda, no soy el único que en algunos momentos de profunda soledad se descubre a sí mismo revisitando alguna desilusión, algún fracaso sentimental, borrando el final verdadero y reescribiendo en la imaginación la continuación de la historia más allá del desencanto o del desamor. La esperanza ignora el fracaso y la muerte, por muy reales que sean. Es invulnerable al dolor. Rebosa en un instante los muros del rencor y la dignidad propia. Por arte de la esperanza, una presencia que fue destructiva vuelve a ser en la nostalgia esa bruma en la que sospechamos un fantasma de candor y ternura. Olvidamos por unos minutos las afrentas, las decepciones y el dolor, y seguimos esperando que aquella persona tan distinta a nosotros, tan perdida en su infierno o tan temerosa del nuestro, se convierta en el ideal cuya materia nos acompaña en las noches más largas y nos calienta en las más frías. Todo es eterno en la esperanza, ese reino del siempre. Cuando la realidad ha dicho «nunca», la esperanza se levanta como una ola terrible que viaja a lo ancho y a lo largo de un mundo sin orillas.

Gracias a la esperanza seguimos esperando esa llamada o ese mensaje que nada cambiaría del pasado, que solo nos enseñaría un remolino de dicha en un mar de tristeza, y se desharía en cuanto el presente lo aplaste con una de sus tormentas. Quizás la esperanza también sea la directora de esos sueños en los que encontramos a nuestros difuntos en la sala de una casa abandonada hace muchos años, sonriendo, riendo y hablando de todo, menos de enfermedades. Los viejos no son los únicos que hacen recuerdos de ilusiones e ilusiones de recuerdos. La esperanza nos arrastra a todos hacia ese lugar donde lo terminado jamás acabará y donde lo muerto renace bajo los escombros de su plenitud.


Consejos

Muchas veces he oído a los más rencorosos predicar la tolerancia e incluso el amor hacia sus amigos —tan insufribles como ellos—, a los hipocondriacos reprocharme mi falta de estoicismo ante un malestar frecuente, a los tacaños animarme a gastar mis ahorros con magnánima indolencia, a los dolorosamente tímidos invitarme a ser intrépido hasta el descaro en algún cortejo sin esperanza, a los chismosos recomendarme la purificación de los pensamientos a través de la oración. Cuando los oigo, siento que me está hablando otra persona muy distinta a la que tengo enfrente. Pero todos somos lo que no queremos ser, incluidos los más optimistas. Nada revela este absurdo de la condición humana como el acto de aconsejar. Quienes nos dan consejos son los sabios, héroes y santos a los que las almas confundidas, asustadas e irremediablemente pecadoras de nuestros consejeros anhelan convertirse. Yo también he interpretado mi papel en esa comedia de las aspiraciones. ¡Cuántos no han escuchado las palabras de ese hombre lucido e impávido que quisiera ser y que solo soy cuando me da por ofrecer consejos a quienes no me los han pedido!

sábado, 15 de enero de 2022

Alba con adiós

La noche volvió a ser púrpura, como ocurre al final del atardecer, 
y la ciudad emergió de la madrugada con toda su miseria y confusión. 
No estoy hablando mal de la ciudad. Soy un hijo de esta madre leprosa, 
mellizo de sus estaciones de bus destruidas y abandonadas a su suerte, 
hermano de sus muros de ladrillo carcomido y cubierto de musgo, 
primo de sus barrios de calles tan estrechas que ni las sombras pueden andar por ellos, 
amigo de las cañerías adornadas por garzas de un vuelo tan lento como desolador. 
Las estatuas siguen diciéndome nada al cabo de tantos años. 
Se parecen a esos vecinos que envejecen sin dirigirnos la palabra. 
Sin embargo, sigo creyendo que la belleza todavía me espera al pie de un árbol centenario 
o entre la maleza de una cancha de fútbol casi pelada por completo
para revelarme su secreto. Sigo creyendo que a orillas de un río, 
a pesar de la basura varada en el barro, veré reflejada esa armonía 
entrevista antes de escribir algún poema, o la promesa de una dicha futura. 
Pensando en estas cosas, vi de repente los primeros destellos del amanecer
sobre los cañaverales, la transición entre el púrpura y el rosa y el naranja 
en las cimas de la cordillera, y ya no supe si quería irme o permanecer allí para siempre,  
si añoraba la ciudad o si estaba huyendo nuevamente de ella, 
si quería besar su caído párpado de asfalto, 
las cicatrices, granos y arrugas de su cara de cal. 
Pero así es este animal llamado «corazón»,
este gato que sigue vagando por sus calles aunque pasen los años, 
este perro tan triste y confundido como ella, 
pues no sabe por qué termina extrañando los lugares de los que un día escapó. 

jueves, 13 de enero de 2022

Cuerpo vacante

Cuando cierro las cortinas y salgo a la calle, 
dejo la oscuridad al cuidado de mis cosas. 
Una gran sábana de sombra lo cubre todo 
y lo poco que me pertenece queda soñando
cómo será el mundo sin estas manos 
obstinadas en buscarle sentido a la vida 
interrumpiendo la quietud de lo inerte
y arrancando palabras al silencio. 
Será un mundo idéntico a este mundo 
en el que vuelvo de la calle, abro la puerta 
y entro vestido de luz por el día a mis espaldas, 
resplandeciendo como un fantasma pobremente imaginado. 
La oscuridad no tarde en arroparme
y siento que mi única diferencia
con los libros, los discos, la cama, 
las paredes y los apagados espejos 
es una mente cansada de sí misma. 
Llega la noche. Tras las cortinas cerradas 
apenas existo junto a las otras cosas. 
Soy uno con la sombra. O soy nada.