Nos convertimos en aquello que nos falta.
Nos convertimos en el amor que no tenemos.
Nos convertimos en eso que tanto odiamos
porque nunca será nuestro y, sin embargo,
nos falta como si nos faltara la vida.
Nos convertimos en todo lo que maldecimos
porque somos profundamente parecidos a ello.
Nos convertimos en lo que somos sin quererlo ser.
Eres la madre despótica o indiferente.
Eres el padre cobarde y santurrón o borracho y pendenciero.
Eres el amante que tus brazos jamás retuvieron
porque debía esconderse del hastío y la muerte
entre los cuerpos de la orgía.
Eres la esposa bendecida por Dios
con un corazón sin sangre y un alma anémica.
Eres el marido cuyos ojos de águila
acechan al prójimo y destripan al vecino.
Eres la amiga distante aunque la tengas enfrente
y el amigo canalla que te divierte y repugna al mismo tiempo.
Sigue pregonando cuánto te amas.
Todos sabemos que mientes, que te odias,
que quisieras romper cada espejo gritando y escupiendo a tu reflejo,
y luego desollarte con un cristal roto y renacer de tu carne despreciada
y ser el otro, el desconocido, el bello, el feliz, el amado y harto de amor.
También sabemos que te tienes miedo.
Pero no te preocupes.
Llevamos años viviendo bajo la piel del enemigo
y hasta ahora no nos ha pasado nada.
viernes, 17 de junio de 2022
Metamorfosis
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