Siempre vuelve por la noche
aquella noche de siempre,
una noche de hace años
y, sin embargo, presente,
una noche unida a la noche
en un solo collar de luces.
Nada tenía bordes, nada:
eran tonos de la sombra
los follajes verdeoscuros,
los edificios grises,
las amarillas ventanas,
la blanca quietud de las lámparas
sobre el rojo centelleo de los carros.
Subimos por el puente,
vimos a lo cerca y a lo lejos
la ciudad desgranada en bombillas,
y al bajar nos sumergimos
en la ciudad hecha noche,
en la noche-espejo de la noche,
en su mar de aguapenumbra sin olas.
Y aquella noche sigue quieta
como instante que la memoria
alarga y corrige, revive y enmienda.
No somos los mismos, pero somos
dos puntos prendidos a la misma tiniebla,
dos destellos sobre la misma noche inmóvil.
martes, 16 de agosto de 2022
Nocturno sin fin
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