Cada una de tus equivocaciones,
desde la más insignificante hasta la más dolorosa para ti y para los demás;
cada uno de tus tropiezos sin consecuencias y de tus caídas aparatosas;
cada uno de esos pecadillos que cometes sonriendo como los bebés cuando están aprendiendo a caminar y rompen una porcelana,
y cada uno de los pecados a los que te arrojas de cabeza, empujado por la más bestial de las lujurias o por criminal codicia;
cada molestia evitable y cada omisión imperdonable;
toda tu ignorancia de ayer;
toda la malicia y la torpeza de hoy;
todo el remordimiento y la vergüenza de mañana,
son obra, fruto, voluntad, capricho o sueño de El Error.
Pierdes el tiempo hablando de tus errores y de los defectos de los otros.
Pierdes el tiempo imaginando qué hubiera sido de tu vida si tus padres no fueran tan laxos o tan crueles,
si no hubieses mordido aquellos labios para buscar en un sabor el olvido de ti mismo.
Pierdes el tiempo imaginando que regresas a un pasillo o a una fiesta de hace tantos años,
devuelves con tus ojos el brillo de una mirada y te acercas a la fuente luminosa, en vez de huir de ella como un mapache o un zorrillo.
Pierdes el tiempo lamentándote de las faltas de ayer y angustiándote por un olvido o una debilidad que puede costarte la vida, los ahorros o la honra.
¡El Todopoderoso Error está en todas partes!
Está debajo de tu cama y afuera de tu puerta.
Un día te hará zancadilla en cuanto te levantes o salgas de tu casa.
Está en el baño y también en la cocina.
Tal vez aparezca detrás de ti mientras te cepillas los dientes
o su mano prenda la estufa en el momento en que te vas a dormir.
Su rata gigante puede salir de las alcantarillas a morderte los talones
o quizá su perro infernal te espere a la vuelta de una esquina.
Te acompaña dormido bajo tu escritorio en la oficina
y se sienta a tu lado en el bus, después de la jornada.
El Error viste la bata del médico y la toga del juez,
la camiseta sudorosa del plomero y el delantal impecable del mesero,
el uniforme azul del chofer, el vestido púrpura de un castigo hecho novia,
y la falda de flores de quien ruega por la llegada de tu merecido ante los santos.
Vive atento, pero tranquilo.
Anda sin prisa y sin miedo.
Llevas la niebla de El Error en los pulmones
y allá en el cielo las nubes de El Error preparan
la llovizna, el aguacero, el granizo, la nevada
de todos los errores, los tropiezos, los defectos
propios y ajenos que componen tu persona y tu destino.
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