sábado, 25 de febrero de 2023

Epitalamio

Para Claudia Marcela, 
que se casó con un escribidor 
y un coleccionista de discos 
a veces ciego y a veces sordo.
 
Tomo tu mano porque tiene
la callada presencia de la luz 
y del barranquero que sigue 
en ese árbol por ti señalado. 

Tomo tu mano porque pierde
mi vista en la espesura aquella 
donde cada hoja se hace nube 
de la tarde que pasando permanece. 

Tomo tu mano porque insiste 
en llevarme a la altura vegetal
hasta que el pájaro azulmente 
divide mi tiempo entre dos cielos. 

Tomo tu mano porque eres también 
alado presente, oculta tras los años, 
pero siempre detenida en ese instante
y en tantos otros que son y serán tuyos.

viernes, 24 de febrero de 2023

El Error

Cada una de tus equivocaciones, 
desde la más insignificante hasta la más dolorosa para ti y para los demás;
cada uno de tus tropiezos sin consecuencias y de tus caídas aparatosas;
cada uno de esos pecadillos que cometes sonriendo como los bebés cuando están aprendiendo a caminar y rompen una porcelana, 
y cada uno de los pecados a los que te arrojas de cabeza, empujado por la más bestial de las lujurias o por criminal codicia;
cada molestia evitable y cada omisión imperdonable;
toda tu ignorancia de ayer;
toda la malicia y la torpeza de hoy;
todo el remordimiento y la vergüenza de mañana, 
son obra, fruto, voluntad, capricho o sueño de El Error. 
 
Pierdes el tiempo hablando de tus errores y de los defectos de los otros. 
Pierdes el tiempo imaginando qué hubiera sido de tu vida si tus padres no fueran tan laxos o tan crueles, 
si no hubieses mordido aquellos labios para buscar en un sabor el olvido de ti mismo.
Pierdes el tiempo imaginando que regresas a un pasillo o a una fiesta de hace tantos años, 
devuelves con tus ojos el brillo de una mirada y te acercas a la fuente luminosa, en vez de huir de ella como un mapache o un zorrillo. 
Pierdes el tiempo lamentándote de las faltas de ayer y angustiándote por un olvido o una debilidad que puede costarte la vida, los ahorros o la honra. 

¡El Todopoderoso Error está en todas partes!
Está debajo de tu cama y afuera de tu puerta. 
Un día te hará zancadilla en cuanto te levantes o salgas de tu casa. 
Está en el baño y también en la cocina. 
Tal vez aparezca detrás de ti mientras te cepillas los dientes 
o su mano prenda la estufa en el momento en que te vas a dormir.
Su rata gigante puede salir de las alcantarillas a morderte los talones 
o quizá su perro infernal te espere a la vuelta de una esquina. 
Te acompaña dormido bajo tu escritorio en la oficina 
y se sienta a tu lado en el bus, después de la jornada.
 
El Error viste la bata del médico y la toga del juez, 
la camiseta sudorosa del plomero y el delantal impecable del mesero, 
el uniforme azul del chofer, el vestido púrpura de un castigo hecho novia,
y la falda de flores de quien ruega por la llegada de tu merecido ante los santos. 

Vive atento, pero tranquilo. 
Anda sin prisa y sin miedo. 
Llevas la niebla de El Error en los pulmones
y allá en el cielo las nubes de El Error preparan 
la llovizna, el aguacero, el granizo, la nevada 
de todos los errores, los tropiezos, los defectos 
propios y ajenos que componen tu persona y tu destino.
 


Jardín de piedra

Aldea inmóvil de campesinas y pastores 
que hablan y ríen junto a una fuente en miniatura, 
algo cabizbajas ellas, 
y ellos más inclinados
sobre el reflejo del cuerpo inalcanzable
en el agua imaginaria.
Estatuas de duendes rodean
un pino cuyas ramas no desnudan ni quiebran 
los vientos de octubre ni las lluvias de enero.
Redondas piedras como arbustos
y otras más pequeñas hacen 
de fruto que no pudren los veranos.
Así mismo perdura el pasado: 
inerte ya, y sin embargo, 
siempre distinto en el recuerdo.

sábado, 18 de febrero de 2023

Las gaviotas

No se debería hablar de ellas en singular. Quien se refiere a «la gaviota» solamente como ese puñado de alada espuma, como ese jirón de nube que adorna muelles y playas, presagia el calor o la tibieza de un día de verano o primavera, y simboliza la dicha o la calma de unas horas pasadas junto al mar, lo ignora casi todo de estas aves. 

Es cierto que las gaviotas aparecen sobre nuestra cabeza y se pierden de nuestra vista con la gracia de un aeroplano de juguete invulnerable a los vientos repentinos y, por lo tanto, al destrozo de sus piezas contra la tierra y al dolor de su piloto. También es verdad que a veces, cuando sobrevuelan en el mismo punto durante un instante, hacen pensar en una cometa sujeta por un hilo invisible a una mano detrás del horizonte. 

¿Pero qué decir de esa rapacidad de águilas con que descienden entre las olas y de su manera felina de disputarse un trozo de pan bajo un banco de piedra en algún puerto? Frente al sol que se pone, se distinguen de los cuervos o de los murciélagos solo por su tamaño y por el remar de sus alas en el oscuro pastel o en la sangre del cielo. Sus bandadas forman una flecha y se retiran como si ellas hubiesen matado la tarde. Su chillido siempre urgente tiene algo de fin de mundo. 

Si las gaviotas realmente son un símbolo, representan ante todo la belleza de tantas cosas que pueden aniquilarnos en cualquier momento y la majestad de los horrores que aún no acaban con nosotros por mera cuestión de azar.

jueves, 16 de febrero de 2023

Looking for the gift

But what is the gift?
Are words the gift?
Is it really the apparent eloquence, 
or rather the verbose confusion 
of one's mind, the gift?
Could the gift be, instead, 
this growing suspicion, 
this near certainty that words 
are not to be found, but to be told, 
and not to be sought, but to be lived? 

And where is the gift? 
Is it lost within you and me, 
like a child who plays with a balloon, 
then cries in the same corridor
where he left go of a hand, 
where nobody is looking for him, 
where no one has seen him yet?
Or is the world itself the gift?
Is it the sun blessing you with a robe of warmness
when you step away from a cold shadow, 
into colder winds, without any other merit
than being alive and sentient in your flesh? 
Is it the light that burns and creates all objects 
within your sight? Is it the way it sounds
like countless violins when it reigns upon 
that city in your memory from noon till dusk, 
or like a lonely oboe when the longest shadows
begin to give way to the morning?

Is desire the gift, or is it plenitude?
Is the gift the body sheltered and ravished
by the fire of its nature, by the fever of its yearnings?
Or is the gift its hope that, one night, 
after breaking into the possibly hellish darkness 
of an alley where it has no business being in, 
drunken with despair, hallucinating on self-loathing, 
it will trip on its own feet, dive into a dream of detachment, 
and wake up enlightened, liberated from the joy and misery of sinning?
 
Awareness is the gift. 
Even when left alone by the dead 
or the living who are gone, 
surrounded by music or silence or noise
like an ant or a spider at the foot of a canyon, 
we are fortunate when we sense that we 
are shining, murmuring, falling, flying, 
flowing away from the hands of time.
 


 

viernes, 3 de febrero de 2023

Fantasmas

El pasado me devora 
de adentro hacia afuera. 
A las garras enormes de la nostalgia, 
a sus colmillos de maquinaria pesada, 
a sus mandíbulas de roedor gigantesco 
debo este vacío que tú llamas «presente». 
No me estás oyendo a mí, sino a los perdidos, 
a los muertos, a los que siguen hablando y riendo 
como si aún vivieran en esa casa vendida hace tantos años, 
como si aún pudieran levantarse a las cinco y media de la mañana, 
recoger el periódico en la puerta, preparar el café, sentarse en el comedor, 
leer las noticias antes del desayuno y murmurar, entre sorbo y sorbo, una canción, 
como si aún te esperaran en un balcón para mostrarte en su mirada un planeta de ámbar desolado. 
 
Tampoco late mi corazón ni crujen mis entrañas.
Entre las costillas me retumban palabras ignoradas o nunca dichas, 
los pasos anteriores a un abrazo, el llanto después de un regalo, rumores 
de cortinas que la luz agita levemente en una foto demasiado amarilla de la memoria. 
Asómate a mis ojos cuando veo en la televisión el comercial de alguna medicina y recuerdo 
sus ojos tan brotados, tan ausentes, o esa muralla de frascos erigida por mi padre sobre una mesa
y derrumbada por la muerte tras cuatro años de asedio. 
Mira las telarañas que unen mis huesos como si vieras 
la frágil esperanza a la cual te aferras para cruzar el abismo 
entre hoy y mañana, entre cada quincena, entre el deseo y el fracaso. 
Acércate y quédate observando mi presencia de hueco en la pared o de nocturna ventana. 
Al fondo, en la misma sala de otro tiempo, están los que te dejaron más solo y menos vivo. 
 
Ninguna mano huesuda tocará tu hombro mientras duermes,
te halará los pies a la madrugada,
ni dejará caer las ollas mientras te cepillas los dientes.
 
Tú eres el fantasma. 
 
Estás lleno de apariciones. 

 
 

jueves, 2 de febrero de 2023

Cali

No tiene la culpa 
de su atropellado crecimiento hacia todas las direcciones de la nada
 
No tiene la culpa 
de la plaga de edificios 
que devora los potreros
donde la maleza vivía levantando sus brazos 
en perpetua y ondulante adoración al calisol
 
No tiene la culpa 
de sus barrios lanzados al polvo como piedras 
de sus calles tristes y viejas como tangos o boleros
de su asfalto pisoteado por Dios y arañado por el diablo 
de sus ríos fétidos sus cañerías amazónicas su líquida basura 
 
Y mucho menos tiene la culpa
de este amor doloroso por una juventud que no fue mía 
de esta nostalgia por los años cuando mi padre andaba sin el peso de los años 
y un viento en blanco y negro lo llevaba a teatros de cine hoy convertidos en templos protestantes
a fuentes de soda donde ahora quedan talleres mecánicos o cuchitriles de alquiler para el placer desesperado 
o lo agitaba como un banderín cuando se colgaba de un bus repleto para ir al colegio

Tampoco tiene la culpa 
de la música que me apuñala 
de la canción que hacía levitar a mi papá 
porque repetía el nombre de una muchacha al compás de su muchacho corazón
de las trompetas que se oían por doquier en diciembre y que ya nunca escucho aquí a lo lejos 
de ese buscar por dentro quién soy yo y solo encontrarme en la gris invasión de su recuerdo
 
¿Cómo culparte a ti 
de no saber que somos 
alma de tu aire y carne de tu polvo? 
 
¿Cómo culparte a ti 
de lo que no tenemos 
si olvidamos todo lo que nos diste? 
 
Quise huir de tus parques vigilados por maleantes 
de tus canchas donde los borrachos se agarran a patadas por las noches hasta que un disparo los interrumpe y en las madrugadas nubladas un fantasma sale a patear balones perdidos 
de tus iglesias tenebrosas desde el portal y tus garages de fanáticos cada día más numerosos 
 
Pero tu suelo crece con mis pasos 
y ante los mares pienso en el mar al revés de tus días ardientes 
y en muelles inmensos que golpean las olas vuelve a mí la visión de tus cerros
y qué pobre me parece el horizonte si lo veo despojado de tu corona montañosa 
 
A ti regreso sin haberme ido nunca 
 
Humo soy de tu humo 
luciérnaga de tu penumbra de cañón apuntado a los ojos
reflejo de ese río tuyo embriagado de luces y tambaleante como yo en tu pasado y el mío 
hijo mortal de tu letal fealdad y tu inmortal encanto 
 
En una de tus esquinas 
sigo huyendo de un ladrón 
y en otra estoy esperando la vida 
 
Te debo todos los lugares 
que vagamente me definen