Vemos el presente por una ventana
tras la cual aparecen y se esfuman
el violento verdor de una montaña
que no recuerdan tus compañeros;
un pueblo como una isla de ladrillo
en medio de un océano de neblina;
una ciudad vagamente perfumada
por el humo de su plaza de mercado;
el páramo donde los frailejones
siguen creciendo con la paciencia
del que nació muy viejo y morirá
aún más viejo al cabo de un siglo.
El número leído ahora en tu puerta,
las paredes ignoradas por el tedio
o acariciadas hace un momento,
y la marea de luces contemplada
durante el insomnio de anoche
volverán también a la nostalgia.
El tiempo avanza hacia el pasado,
duda, se detiene, mira y torna
al futuro recuerdo del presente.
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