A vuelo de página
martes, 29 de julio de 2025
Los motivos del hijo
jueves, 24 de julio de 2025
Affirmation
miércoles, 23 de julio de 2025
Solo vivo esperando...
jueves, 10 de julio de 2025
A ritmo cardiaco
viernes, 20 de junio de 2025
A Isaac, mi pequeño gran héroe
Semilla de la luz misma eres
en crespo argonauta florecida.
No hay tarde en el ayer desleída
ni dolor presente que no alegres
con tu voz de cielo y ave,
y el agua saltarina de tu risa.
Pequeño Jasón, el viento riza
tu pelo mientras diriges la nave
hacia los reinos que vislumbras
en medio del barro y de la arena,
entre piedras o criaturas extrañas.
¡Feliz aventurero, todo lo alumbras
cuando abres el tesoro de tu plena
fantasía y nos cuentas tus hazañas!
domingo, 23 de febrero de 2025
Oda a las luces de Los Ángeles
De nada sirve que yo intente
llenar el vacío de mis noches
con las historias y los nombres
de las constelaciones y planetas.
Me basta encontrar sin buscarla
la lejana luminaria en la ventana
para seguir creyendo que descubro,
en el fondo abisal de la esperanza,
puertas abiertas a la rumba o la orgía
donde los cuerpos y las miradas fulgen
como arañas de cristal, como destellos
sobre bruñida plata y enormes sortijas;
sonrisas cuyo filo de luna me separa
de la vergüenza, el miedo y la culpa;
ojos que en los míos ven la sombra
de una ilusión o un amado fantasma;
cabellos por los cuales descienden
ríos de penumbra, cascadas de reflejos;
hombros, brazos, manos, piernas, pies
incandescentes de su propia desnudez;
pieles radiantes de la misma fiebre
que en mí arde callada y sin brillo;
párpados, labios, senos, vientres estrellados
bajo las lámparas y entre mis besos meteóricos.
Cuando me aparto de la ventana
y a la quietud de mis noches vuelvo,
quedan remotas las luces de Los Ángeles,
como cirios en memoria de mis caprichos.
sábado, 22 de febrero de 2025
Oda a las ciudades marinas
No son espejo del océano
ni del ardiente o nublado cielo,
aunque levanten sus colinas
como las olas detenidas
en un grabado o un lienzo,
aunque sus casas floten, inmóviles,
sobre ondulantes barrios,
aunque el sol al mediodía
ruede por sus muros y jardines,
aunque la bruma se ancle
a sus árboles y techos
en las mañanas más frías.
Más bien son otro mar
donde las calles se hunden,
emergen y vuelven a hundirse
hasta que las playas y los muelles
impiden su marcha hacia los abismos del agua.
Más bien parecen una vastedad menos temible
entre las montañas y el horizonte sin cumbres.
Tienen el fulgor del cielo
en los días soleados
y a veces amanecen cubiertas
bajo la misma niebla que domina las alturas.
Sus palmeras recuerdan las estelas de los aviones
y en sus parques frondosas nubes
indican hacia dónde vuela el viento.
¡Cuánto me han enseñado
sus puertos al anochecer!
Allá en el mundo sumergido
que los reflejos inventan
temblando sobre la marea,
yace un tesoro al alcance de la dicha,
un paraíso que sigue colmando
mis ojos de gloria terrenal.