Cada latido es un latido menos,
cada latido martilla el campanario
que pende sobre mis entrañas
como un desastre llamado
a desesperadas campanadas,
cada latido me aturde con el eco
de su galope al borde del abismo
sin que yo sea el jinete ni el caballo,
cada latido escupe crepitando
arabescos de incendiada sangre,
cada latido sega los minutos
y deja caer entre las horas
otro latido que puede ser el último.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario