Apagué la luz del baño, confiado de poder caminar a ciegas. Dos o tres pasos después me estrellé con la oscuridad. Mi fantasma traspasó lentamente el muro impalpable, llegó a la cama y se acostó. Yo pasé toda la noche en el otro lado, sepultado por mis latidos. De alguna forma nos encontramos en el mismo cuerpo tras unas horas de sueño.
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