Ahora mismo tu memoria está inventando algún recuerdo tan borroso como querido. Creíste que siempre te bastaría con cerrar los ojos para volver a ver un rostro amado o un cuerpo adorado, o para besar de nuevo unas manos besadas largamente en un instante casi eterno del ayer. Pero cada día eso que llamas «el pasado» es menos real y se parece más a un sueño. Vuelves a un día o a una noche de otros años y no te reconoces en medio de la luminosa vaguedad en que brillan y se pierden los amores y los muertos. Vives juntando los pedazos de fotografías rotas por tus propias manos o devoradas por el olvido y la culpa, cuyas polillas y ratones también están royendo tu imagen en una mente ajena. Vives forjando lo perdido con puñados de aire. Mientras tanto, quienes te perdieron te están inventando con fragmentos de algo que no eres.
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