Todo y nada me dice el viento
de un otoño idéntico al invierno.
Todo y nada me dicen las calles
cuyos nombres se cruzan
como vecinos acostumbrados
a ignorarse en lenguas diferentes.
Yo también soy todo y nada:
existencia aferrada al pensamiento,
razón que habla sola para no perderse a sí misma
en este lugar del vacío donde vivo sin vivir aún,
donde parezco a punto de nacer o de morir,
donde una casa asfixiada y devorada por sus plantas
es más real que mi materia vagabunda en una acera.
Soy y no soy quien pisa las hojas secas
para recordarle a mi cuerpo su presencia
entre puertas cerradas y miradas esquivas.
Soy la duda y la certeza de ser alguien, algo,
en esta soledad a la que dan todas las calles.
Soy la dicha y la amargura de entender sin palabras
que solo puede salvarme una luna temprana
sobre un canal atravesado por el fantasma de un río.
domingo, 13 de diciembre de 2020
San Fernando Valley
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