Sospecho
casi con total certeza
que en la memoria de los otros
vuelvo a las tardes de los sábados
cuando trepaba a los buses sin leer
los carteles de las rutas, sin preguntar
para dónde iban, solo para atravesar la ciudad
y confundir mi reflejo en las ventanas polvorientas
con las torres y los parques de barrios muy lejanos.
Es decir,
en el recuerdo de los otros
soy el que de tanto jugar a no saber
quién es ni cuál es su destino, termina
creyéndose alguien más y al bajarse
en un paradero cualquiera ya no es el mismo, sino
un pasajero que se pierde entre empujones y afanes,
un desconocido cuya sonrisa o amargura
desaparecerá para siempre en cuanto doble la esquina.
Al final de la historia,
como antes del principio,
soy un extraño.
Ni yo mismo conozco
al que otros conocieron.
domingo, 27 de octubre de 2024
Soy el olvido
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