Cada instante es una vida.
Cuando recuerdas el pequeño muro
donde te esperó sentada, sonriente,
de espaldas a la noche inminente,
abrazada a sus rodillas
como si fuera a nacer
en cuanto te viera llegar;
cuando tu memoria llama
a la puerta blanca que ella te abrió
descalza, y desde entonces tu corazón
se quitó los zapatos para sentir mejor
cada paso hacia el final inevitable y necesario;
cuando sueñas que tu padre vuelve
a cantar tu nombre, y no oyes
temblar en su voz ninguna sospecha
callada, ningún temor inconfesado;
cuando la risa y la voz de tu hijo
vibran como cuerdas de luz y de viento
tendidas entre las tardes de hace años
y estas tardes del exilio;
cuando te encuentras de nuevo
al lado de la novia, en el coche antiguo,
y te sorprende que el nupcial paseo
sea tan dichosamente largo
y tan dolorosamente breve;
cuando te preguntas hacia dónde
marcha el pasado y se pierde el presente,
no digas: "¡Qué turbulento el tiempo
y qué liviana la vida!". En cambio, piensa
que has vivido muchas veces
y no has muerto. Aunque tú no lo sepas,
la alegría y la nostalgia te han hecho
inmortal por unas horas
y eterno en un momento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario