jueves, 18 de junio de 2020

2015

Aquí en la memoria y allá lejos,
pero cerca de ti y de tu presente, 
está la plaza donde hablamos 
siempre de espaldas a la tarde 
que se fue como una invitada
a quien nadie dirige la palabra. 
En el centro de la plaza y de mi vida
sigue aquel árbol, sosteniendo todavía
la noche que nos soprendió en ella 
y que aún no termina para mí
porque mi tiempo permanece 
sentado a tu lado, respirándote 
bajo ese oscuro pulmón del mundo,
negándose a salir de tus brazos
y a repetir lo que ciertamente te dije 
antes de llevarte a tu casa 
y de quedar mirando, dichoso y triste, 
la puerta cerrada, las ventanas, 
el balcón y las paredes unidas
a la penumbra del barrio. 
Aquí en la memoria seguimos 
conversando mientras acaba este día sin fin.
Mi sangre te habla y mi corazón responde
imitando tu voz como se imita 
el silbo interminable de un ave ya no vista.
Esa noche se expande en mi universo 
y tu fugacidad alumbra su mortal vacío. 

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