jueves, 23 de septiembre de 2021

Madrigal No. 3

Los nombres de las calles 
a tu nombre me llevan. 
 
Al recuerdo de tu voz le pregunto 
qué dicen las señales en las esquinas. 
 
Imagino tu silencio, tal vez tu sonrisa
y luego la cadencia maternal de tu respuesta. 
 
Las palabras caen de tus labios 
a la altura donde no se oyen sus alas. 
 
Hablas un idioma de bandadas 
que desaparecen volando casi inmóviles. 

Al recuerdo de tu voz vuelvo 
con la misma pregunta y el mismo secreto. 
 
Los nombres de las calles 
a tu nombre me llevan... 

miércoles, 22 de septiembre de 2021

Madrigal No. 2

¡Cuánta distancia entre dos manos
que a veces llegan a rozarse!
Escritorios como desiertos
cada día más anchos,
murallas de cartón,
torres de folios,
la infranqueable vastedad
de un papelito de color pastel,
la moral, el sentido común,
la obligación de progresar:
todo se opone a esa vida que persigo
cuando intento con un dedo temeroso
y temerario palpar el destello
de tu mano siempre al vuelo,
de sus rayos terminados en uñas,
pero inasibles como la luz por ti presente
y al mismo tiempo despuntando
más allá de nuestros días.

Te alejas y queda mi mano volando
o cayendo entre la cercanía sin fin
y esa altura donde no me espera tu caricia.

martes, 14 de septiembre de 2021

Madrigal

Sobre la alfombra caminando vuelas,
cuerpo fugaz entre los escritorios
y desde ahora fijo en la memoria.

La vida nace y la jornada empieza
cuando la luz te abre la puerta
y tu callado paso acalla los teclados.

El minuto se alarga indefinidamente
tras tu pelo que cruza la oficina
como una noche súbita y eterna.

Tu perfume atraviesa corredores
dividiendo el mundo entre su estela
y el olor de los archivos muertos.

Tu voz ordena mis tareas,
revuelve el trabajo con el sueño
y suspende mis deberes en tu aliento.

Tu arrullo me despide y abandona
en un nido de cartón y de tachuelas
donde espero lo que llueve de tus manos.

Por la fiel quincena y la jubilación certera
no estoy aquí, sino por todos los milagros
que tu paso invoca y tu presencia obra.

Te siguen las montañas y las aguas, 
tus piernas trepan, a tu cintura llegan,
el sol se pone de repente en tus caderas,

y nada más que tu silueta existe.
Tuya es la forma del cántaro y el río, 
del arqueado horizonte y la marea.

Quisiera renunciar, pero no puedo, 
al ansía de libar tu colorete oscuro
y a tus pies unirme con mis labios.

¡Que me trague la tierra, si se mueve
como te mueves tú cuando caminas!
Polvo seré, mas polvo que descalza pises.

El salario y la pensión daría, si pudiera
ser la misma ruina donde siempre caen
tu cuerpo fugaz y tu beso de cometa.