¿Recuerdas qué estabas pensando
aquella noche hoy tan añorada?
Una fortuna, un imperio,
una orgiástica vida ofrecerías
a cambio de esa compañía
ya no mortal, de aquel sabor
de agua o vino ahora amargo
en ese pozo de nostalgias
donde el pasado es firmamento
poblado de tristes dioses
y el futuro, la voraz penumbra,
la ceguera de todo lo que ignoras.
Ya estuviste en el Edén
y sigues en él. Te espera
el infierno de perderlo para siempre.
Estás condenado a buscar
más allá de la existencia
el reino que fue tuyo aquí mismo,
cuando vivían tus muertos
y te amaban los ausentes.
jueves, 9 de julio de 2020
martes, 7 de julio de 2020
Oceánida
No eras aún, pero ya estabas
en el fondo del océano,
en el pensamiento sin palabras.
Con manos de ciego, el mundo
halló entre la arena tenebrosa
los elementos que te forman.
Y oyendo la marea de los siglos,
reunió tus metales en una sola piedra:
cobalto, níquel, cobre, manganeso.
Surgiste de las aguas, vestida
de noche primigenia, púrpura
antes de los dioses y los reyes.
Fue siempre tu pelo
el mar quebrado en reflejos,
roto espejo de un día furioso.
En tus ojos, el mundo admiraba
el cielo y el infierno de su juventud,
su pecho de volcanes, su sangre de lava.
De tal manera brilla tu sombra,
que la noche reclamó tu presencia.
Eres todo lo que veo cuando apagan la luz.
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