Esa noche tú estabas oyendo la lluvia en otra parte. Unos meses después empezaría nuestra historia. Del principio queda ese olvido con algunos rescoldos de dicha —«recuerdos de esperanzas», como diría Unamuno—. De su desarrollo y final siguen brotando la amargura y la vergüenza, cuyos cauces se adelgazan en su rumbo hacia el futuro. Entre tú y yo hay un desierto de rencor y de tiempo, pero la memoria vuelve a esa noche anterior al comienzo, esa noche en que oímos llover desde lugares distintos de la misma ciudad. La música perdida de la lluvia sobre los tejados y los árboles me susurra que en otra vida nos encontraremos de nuevo para repetir el desastre. Sonrío y un relámpago lo ciega todo con su esplendor: la muerte también me sonríe.
domingo, 26 de abril de 2020
Nostalgia secreta
domingo, 5 de abril de 2020
The City
Llegará el día
en que las líneas de los planos
salten desde el papel y las pantallas
a mis zapatos de muerto más o menos puntual,
trepen mis pantalones de momia sin pantalones,
y se metan por mi boca de difunto parlante
y por mis ojos de cadáver fijos
en el jueves sin viernes o en el sábado sin lunes
para tragarse lo que fue mi corazón,
para comerse al fin el cerebro
que me mató para no dejarme morir de hambre.
Porque yo ya no vivo sino adentro
de un sueño no remunerado
y, por lo tanto, inconfesable.
Apesto a jabón y a un poco de loción
detrás de las orejas y en el trasero
sembrado a mi silla como árbol talado.
Fallecí hace unos cuatro años
—la fecha exacta está en el contrato—,
pero como llego siempre
o casi siempre a la misma hora,
y mi sonrisa se alarga sola
sobre esta máscara de carne y cobardía,
nadie lo sabe todavía
o a nadie le importa.
No puedo renunciar,
aunque haya renunciado a mi destino.
Seguiré despertando en esta pesadilla,
cepillando mis muelas enfrentadas a sí mismas
y mis colmillos despuntados por el miedo,
alimentando mis tripas descorazonadas
con desayunos sin esperanza,
echando café a mi amargura,
y combinando atentamente
los colores de las chaquetas,
las camisas, los pantalones,
el cinturón y los zapatos
para dar cada día descolorido
un paso más hacia el fracaso.